La empatía es un sentimiento que nos hace falta como sociedad para comprender el abuso sexual infantil. Es verdad que ningún cuidador o padre esté preparado para afrontar una situación de abuso, sin embargo, hay forma de estar alerta y crear un ambiente laborar que les permita cumplir su papel de protectores. Es el caso de Luz, una madre trabajadora que está a punto de dejar a su hija Ana de tres años, encargada en casa de su hermana quien debe salir, pero le dice que Miguel, su esposo, puede cuidarla. Luz ve cómo Miguel mira lascivamente a Ana y decide no dejarla ahí. Luz llega a su oficina con Ana en brazos y se encuentra con su jefe, quien le permite quedarse a trabajar con su hija.Pensemos cuántas parejas, madres o padres solteros tienen que recurrir a otras personas para cuidar a sus hijos y pensemos cuántas de esas personas son posibles abusadores. Imaginemos ahora cuántos abusos podrían evitarse si hubiera más empatía de parte de las empresas y los jefes hacia los cuidadores.